Jesús los ha escogido para que estén muy cerca de Él en el altar y le
ayuden durante toda la celebración de la Eucaristía. ¡Qué privilegio más grande!, pero recuerden
que el título más importante que podemos llevar como cristianos es el de
“amigos” de Dios, y un amigo se desvive por servir a quien ama.
A nosotras, quienes los formamos, simplemente nos queda recibirlos con
todo nuestro cariño, porque vemos en el rostro de cada uno de ustedes la
amorosa Voluntad de Dios que ha impreso en sus rostros el sello de hijos
queridos.
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